lunes, 16 de marzo de 2009

EMBRIAGADOS


Hace ya 5 meses que Jose se vino, por fin, a Sevilla y 3 que vivimos en nuestro apartamentito en pleno barrio de Santa Cruz.

El tiempo pasa muy deprisa, más si cabe cuando eres feliz. Trabajamos mucho y nos vemos poco. A veces me siento Lady Halcón: cuando llego a casa Jose está dormido y cuando me levanto por la mañana él ya se ha marchado.

Pero las tardes que coincidimos en casa disfrutamos del centro y salimos a pasear por las calles transitadas por turistas con mapa; por las cientos de Iglesias con olor a incienso y sonido a campanas, ya preparadas con sus mejores galas para la Semana Santa; por sus callejuelas con inscripciones en árabe y perfume de azahar. Y nos sentimos como si estuviéramos eternamente de vacaciones, en una suite de hotel en pleno centro…

Y queremos hacer muchas cosas el fin de semana: viajar, conocer Andalucía, ir a la casa del pueblo a descansar, a la playa, visitar Barcelona… pero esta ciudad te atrapa, como en una especie de hechizo te embriaga y el deseo de salir se aleja lentamente, se hace inalcanzable, como en los sueños que caminas hacia un lugar y nunca llegas…

Al atardecer subo a recoger la ropa a la azotea y me quedo absorta las horas contemplando la silueta iluminada de la Giralda, con la veleta que le da su nombre apuntando hacia las nubes rosas de un cielo crepuscular, como los que pintaba Murillo .

Y mi vida anterior sigue guardada en cajitas en un desván…