lunes, 27 de marzo de 2006

Café solo


7:00h Suena el despertador. Las noticias de la radio se mezclan en sus sueños y cuando despierta no sabe que es real o que forma parte de su imaginación. Es cuando escucha alguna conversación comentando las noticias en la cafetería cuando vuelve a recordar el sueño y se aclaran sus dudas sobre la verdad. A veces esto nunca ocurre y la realidad queda presa en sus sueños.
7:35h Se levanta. Se ducha. Se viste. Se seca el pelo con el secador. Se pinta la raya de los ojos en negro, algún día también los labios, en rojo.
8:15h Coge el autobús. Se sienta en el último asiento de la última fila, no por timidez sino por egoísmo, si entra alguna embarazada, persona mayor o minusválido no quiere cederle el sitio. Entra en la panadería de siempre y se compra el almuerzo de siempre. Entra en la cafetería de siempre y se toma el desayuno de siempre. Aún así se sorprende de que algún día la panadera le pregunte: “¿qué te pasó ayer que no viniste?” o cuando el camarero que le pone el café le cuenta su vida: “Me caso la semana que viene. Vamos de viaje de novios a la Ribera Maya. Ya hemos hecho la prueba del menú y a mi novia bla, bla, bla...” De camino al trabajo compra el periódico, siempre hay un rato libre en el que poder echarle un vistazo. Entra en la oficina. Enciende el ordenador. Repasa la agenda. Abre el correo. Mira sus e-mails. Llama a los proveedores. Habla con los de la agencia de viajes. Recibe nuevos pedidos.
A las 14:00h hace una pausa para comer. En el comedor se sienta en la última mesa de la última fila, no por timidez, sino para no ver a nadie y así no tener que entablar una conversación aburrida sobre el trabajo. Vuelve. Más pedidos, llamadas de teléfono, proveedores reclamando facturas impagadas, la agencia de viaje que avisa que hoy caduca la reserva...
A las 18:30h sale de la oficina. Coge el autobús de vuelta a casa. De camino pasa por el supermercado y se compra algo para cenar, algún plato precocinado y algo de fruta. Mira el buzón y coge las facturas. Abre la puerta de su piso y la recibe su gata. Deja el abrigo y se quita los zapatos. Le pone de comer mientras le habla imaginándose como ha sido su día, el de la gata. Coge la ropa sucia y pone una lavadora de color. Friega el plato y el vaso de la cena de anoche. Hace la cama. Repasa el baño. Se pone a planchar unas camisas para la semana. El silencio de casa la envuelve, sólo el sonido de alguna ambulancia que pasa por la calle, o a algún vecino que se asoma al patio lo rompe.
Mientras plancha se hace preguntas sin respuestas: ¿Eligió ella la soledad o le vino impuesta?. ¿Se había enamorado alguna vez o él sólo era uno de sus sueños?. ¿En qué momento decidió abandonarse sin retorno a la desidia?. Mete el precocinado en el microondas y se sienta delante de la tele a cenar. Hace zaping y llega a la conclusión de que nada le interesa. Recoge la mesa y deja el plato y el vaso en el fregadero. Se pone el pijama. Se lava los dientes. La gata le sigue en todos sus pasos. La coge, la deja en su cesta y se va a dormir. Sueña.

Hoy el último asiento de la última fila del autobús estaba vacío. La panadera ha preguntado por ella y un camarero explicaba su vida a alguien que tomaba un café en la barra del bar: “Esperamos un niño. Mi mujer está de 7 meses y ya estamos buscando guardería, porque está muy mal la cosa, hay una lista de espera terrible!. Mi mujer trabaja y bla, bla, bla...”

miércoles, 22 de marzo de 2006

de paseo por GRÀCIA

Barrio de neohippies, okupas mugrientos, independentistas, intelectuales revolucionarios anclados en mayo del ’68, cinéfilos adictos a las V.O.S. del Verdi y gent del barri de toda la vida.

De Tiendas Taller (yo diseño - yo produzco - yo vendo) de diseñadores jóvenes, guapos y sobradamente preparados que sobreviven entre la avalancha textil de los chinos y los sueños de llegar a ser un Josep Font, con tienda en pleno Eixample burgués y codeándose con los parisinos (la pela es la pela!).

De restaurantes irakianos, egipcios, sirios, libaneses (¿por qué están todos aquí?) algunos con espectáculo de danza del vientre incluido haciendo gala de un exotismo trasnochado.

De calles estrechas, marrones, con aire de posguerra, en las que caminaban la Colometa y el Quimet de “La Plaça del Diamant” de Mercè Rodoreda.

De plazas llenas de palomas grises y terrazas, adornadas con farolillos en las noches de verbena, y convertidas en salón de baile en sus numerosas fiestas populares que recuerdan el pueblo que fue.

Visitar Barcelona y no adentrarse en Gràcia es como enamorarte del cuerpo y no conocer el alma. Es la esencia, el carácter, la personalidad de Barcelona.

Cualquier joven independiente e independentista, catalanoparlant, reivindicativo, solidario, creativo, artista, diseñador, esotérico o Tai-chitero sueña con vivir en Gràcia: es de lo más “catalano-cool”. Pero desgraciadamente, y visto el precio de la vivienda en dicho barrio, yo diría que lo de tener un pisito en Gràcia se está convirtiendo en algo “remotamente imposible”.


http://www.cines-verdi.com
http://www.barcelonanocturna.com/restaurantes/lagavina/lagavina.htm
http://www.rutagracia.com
http://www.viajar.com/reportajes/$s=15402$f=152236

jueves, 16 de marzo de 2006


MI SANTO

Hay gente que presume de coche, de sus viajes fantásticos o de sus hijos maravillosos. Yo presumo de marido.
Y no porque sea guapo, inteligente y sensible, sino por tener la suerte de haber coincidido, en esta vida, con mi media naranja.
Hay quien no concibe el sexo sin amor o el amor sin sexo. Yo no concibo ninguno de los dos sin él. Y es que desde aquel verano del ’87 que se me ocurrió decirle “Tú no eres de los que hablan mucho, no?” (ahí terminó mi carrera de Raphel) no hemos parado de hablar.
Y aunque desde fuera pueda verse como una deseable y bonita historia de amor, ha sido, y sigue siendo, un trabajo duro. Desde aquellos interminables años que colaboramos en la subida de las acciones de telefónica, hasta nuestro primer año juntos, compartiendo el mismo espacio quiero decir, nunca fue fácil. Ganas de tirar la toalla, algunas veces. Discusiones, muchas. Pero eso sí, siempre constructivas. Como el Ave Fénix siempre hemos renacido de las cenizas con más fuerza. ¿Qué mañana todo esto puede acabar?... ¿acaso hay algo eterno?. Tal vez por eso nos esforzamos cada día del mundo (a veces con más esfuerzo, a veces con menos) por querernos y demostrárnoslo. Si tuviera la fórmula os la daría, o la patentaría!. Lo único que puedo decir es que merece la pena el esfuerzo de amar.

jueves, 9 de marzo de 2006

Verano de 1977


Dharamsala, 1977
Thubten Wangchen nació en Kyirong (Tíbet), pero a los cuatro años tuvo que huir de su país, al ser invadido por China, que destruyó templos, expolió, torturó y mató a 1.200.000 tibetanos. Junto con su padre y sus hermanos consiguieron llegar al Nepal donde estuvieron mendigando, hasta que se enteraron que el Dalai Lama estaba en la India y se fueron a Dharamsala.Tras la muerte de Franco, hippies españoles se movían por el Himalaya e India y en 1977, algunos convencieron a varios lamas para ir a Ibiza a impartirles cursos. Cinco años después insistieron para que Thubten, que tras estudiar 11 años en el templo del Dalai Lama se había convertido en monje budista, fuera como intérprete. Decidió aprender español y quedarse en Barcelona.

El Charquito, 1977
Estoy tendida en el umbral de la casa de mis abuelos. Casi no puedo abrir los ojos porque la luz que se refleja en las fachadas encaladas de las casas es cegadora. Aún así, consigo entreabrirlos y veo el cielo azul enmarcado por los tejados de las casas. Huele a paja seca y a higuera. Se escucha a lo lejos los cacareos de las gallinas de algún corral y a un señor que alienta a su burro cargado de taramas y que pasa al final de la calle camino de los Segíos. Es verano.En cuanto acaba el colegio mis padres nos dejan a mi hermana y a mí con mis abuelos en el pueblo. Me gusta ir al colegio, me gusta mucho leer, dibujar, jugar en la zona del patio prohibida a las chicas en el recreo. Pero lo que más me gusta son los eternos veranos en el pueblo.De pronto escucho una voz lejana que me llama: - ¡Marisabeeel!. Es mi primo. Me levanto de un salto y salgo corriendo por la calle empedrada a su encuentro: - ¡Hola!. ¿Jugamos en el corral?. Con dos sillas, un baño redondo de plástico y una trompeta de juguete nos hacemos un coche y jugamos a que nos vamos de vacaciones. Mi primo se pide conducir y yo dejo unas bolsas en el maletero, cojo un muñeco en brazos y me siento de copiloto. Nos movemos de un lado para otro cuando vienen curvas e imitamos el ruido de los coches. De vez en cuando tocamos la bocina. Mi abuela Julia nos llama, nos ha preparado limonada. Después de bebérnosla, casi de un sorbo, decidimos dejar el coche y subir las escaleras hasta el huerto. Hay ropa tendida en alambres. Detrás de la tapia de piedra se ven cercaos de olivos y encinas y al otro lado, el tejado de la casa, que justo comienza a nivel del suelo. Decidimos escalarlo para ver la calle desde allí arriba. ¡Es emocionante!. Nos agarramos a las tejas y en un santiamén llegamos a la cima, justo donde el tejado (a dos aguas) empieza la bajada. Vemos a unas vecinas que charlan en corro en medio de la calle. José Luis decide volver, pero yo quiero acercarme más para ver mejor la calle.De pronto una de ellas mira hacia arriba y comienza a llamar a gritos a mi abuelo: - ¡¡¡Antonio!!!, ¡¡¡Antonio!!!. Todas vuelven la cabeza hacia arriba y nos miran con cara de susto: -¡Dios mío, estos niños se van a matar!, ¡’cucha, subirse al tejao!. Bajamos entonces corriendo del tejado y después las escaleras del huerto, en un intento de escondernos y hacer ver que no ha pasado nada, pero mi abuelo nos espera, fuera de sí, gritándonos y riñéndonos. Nunca había visto a mi abuelo tan enfadado, así que pienso que verdaderamente hemos hecho algo muy grave y me dan ganas de llorar.

Barcelona 2006
Mañana viernes se cumplen 47 años de la invasión china del Tíbet y la “Fundación Casa del Tíbet”, que dirige Thubten Wangchen, convoca una manifestación pacífica a las 20:00 horas en la plaza Sant Jaume.Aunque nuestra cultura, nuestra lengua, nuestra historia y nuestro verano del ’77 sean tan diferentes, hay algo que nos une: la idea de que las guerras se pueden ganar pacíficamente.¡Nos vemos en la mani!

viernes, 3 de marzo de 2006

“Courve-à-porter”

¿Qué sería del mundo sin las perífrasis, sin su poesía, sin su diplomacia, sin su “savoir faire”, sin su discreción? Tendríamos entonces meros aparejadores, en vez de Arquitectos Técnicos, viejos en vez de Tercera Edad o basureros en vez de Técnicos en Reciclaje de Residuos... Si ya lo dice su definición “... expresar por medio de un rodeo de palabras algo que hubiera podido decirse con menos o con una sola, pero no tan bella, enérgica o hábilmente”.

Y acaso hay una manera más hermosa de llamar a la moda de “tallas grandes”, (perifraseando: para aquellos que tienen sobrepeso), “Curve-à-porter”?.

La mitad de mi vida la he pasado escuchando: “Pero que canija[1] estás!”; “Anda hija, se te notan to’ los huesos!”; “Tú no comes?”... Y ahora que una tiene ya “su chicha y su limoná“, resulta que me he pasado al “lado oscuro” y ahora estoy, lo que se dice, sigamos perifraseando... “entradita en carnes”. Y claro, ahora que ya he aprendido lo que es el buen comer y a disfrutar de la buena mesa, no hay marcha atrás. Porque yo y mi santo[2] ya no hacemos viajes, no, hacemos rutas gastronómicas! Y es que se sabe la edad que tienes por lo que cuentas de un viaje. A los ‘taitantos visitar monumentos queda en un segundo plano y se te llena la boca (nunca mejor dicho) hablando de aquel ”Bacalhau à "Ganhão" que comiste en Porto, o de aquellos “Tagliatelle al tartufo bianco” que probaste en Florencia; y ya no vas de museos sino de mercados: qué fantástico el “Borough Market” en Londres o “La Boquería” de Barcelona!. Buscas las Casas Rurales según la comida que ponen ( “La Sorteta” la “number one”, insuperable!) y en vez de cursos de inglés, te haces cursos de vinos, que está de moda y además te lo llevas puesto.
Y la verdad es que al principio tienes remordimientos y, después de meterte entre pecho y espalda un pedazo de brownie, te vas al gimnasio a hacer unos largos. Pero luego piensas... “pa’ qué?, si cuando llegue a casa me van a dar ganas de comerme cuatro...”. Y te relajas en el sofá y te ves todos los programas de cocina de la tele, uno detrás de otro: “José Andrés”, “Duelo de chefs”, “La cuina de l’Isma”... Qué claro, con tanta sugerencia, no te dan ganas de hacer unas acelgas con patatas, menudo insulto a la Nouvelle Cuisine!. Así que te preparas un Bacalao con mouseline de ajo al papillote con unos tomatitos cherry rellenos de cous-cous y una panna cotta con mermelada de frambuesas de nada y “santas pascuas”!

Así que el otro día, cuando vi a esta chica que ha triunfado en la pasarela de Milán, Crystel Renn, 19 años-75 kilos (que digo yo que esto de combinar años y kilos debe ser por aquel anuncio de que pesan más los años que los kilos, porque pa’ mi que el dato que nos haría falta para hacernos una idea sería más bien la altura, no?) y que está ella estupenda, guapísima con sus curvas y sus pechos redondos, me sentí más que feliz. Pensé: “mira que bien!, una referencia para las chicas rellenitas en las pasarelas”. Porque es verdad que nos venden la moto de que la elegancia está en la esbeltez y en la delgadez, pero si miras con atención las fotos de las súper modelos y te fijas, sus brazos parecen hilillos colgando y eso en fotos o en la tele, porque si las ves de cerca, en vivo y en directo, todos esos huesos contoneándose bruscamente que parece que vayan a romperse... yo diría que dan un poquito de asco, no?.

En fin, que pienso seguir haciendo viajes gastronómicos, cocinando rico, rico y disfrutando de un buen vino... y más ahora que sé que esto no está reñido con la moda y que siempre nos quedará... el “courve-à-porter”.

[1] Delgadísima en andaluz. Léase la “j” como “h” aspirada.
[2] Como llama Elvira Lindo a su marido