
Mi novio hace raja yoga, devora libros de la sección autoayuda, hace chicung y medita, y… huele a pachulí.
Cuando hacemos el amor levita sobre mí, y lo observo admirada flotando cual imagen del Sagrado Corazón de Jesús: sus cabellos largos, su barba corta, la boca entreabierta, los ojos cerrados y su olor a pachulí.
Rodeada de gente materialista, competitiva, que sólo piensa en ganar más dinero, en tener el mejor coche, la mejor casa, el mejor traje… me gusta que mi novio sea etéreo, trascendente, profundo, espiritual… y que huela a pachulí.
Rodeada de infieles a su trabajo, a sus amigos, a sus esposos y esposas, me gusta tener un novio incondicional, que me venere, que me adore, que me sea fiel.
Por eso yo creo en él.
Creo en mi novio que huele a pachuli, que me es fiel, y que por mi culpa, por mi gran culpa, no es feliz ni tiene paz si no es en mi vientre, por los siglos de los siglos, amén.
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